Barra lateral

13 diciembre 2009

Aventuras higiénicas


Afeitarse es tan aburrido que intento cantar, pero me corto y me lleno la boca de espuma. Es como intentar hacerle una felación a una batidora en marcha en medio de un ataque de epilepsia (por aquello de la espuma).

Hoy, mientras me debatía entre el cante jondo y un afeitado no sangriento, con la mano de no afeitar (yo diría que la izquierda) limpiaba el espejo empañado por no abrir la ventana (no está el tiempo como para jugársela así, hombres más peludos han muerto por menos frío; aunque el olor a mierda de gato me hiciera somerme al arduo debate entre neumonía y náuseas, dos palabras que empiezan por "n"); he tenido una revelación: mi cuello no gira igual para un lado que para otro. ¿A alguien más le pasa?. Estaba intentando dejarme las patillas más menos parejas, otra de las cosas que nunca se me darán bien (junto con todo lo que requiera algo de pulso o no ser patoso), y al intentar comprobar ese pico de atrás, el de los pelos que intentan meterse en la oreja, y que siempre hay que cortar si no se quiere parecer un poquito gilí; sentía que para un lado, como que no llegaba.

Yo que siempre me he considerado un ciudadano de giro apropiado y normal, no como esos que se giran de cuerpo entero, como un maniquí o un playmobil (por cierto, ¿quién coño ha dicho nunca que se llamaran "cliks"? Tu puta madre si que hace click cuando se cae del sexto, inventor de palabras de mierda, seas quien seas. No te jode. Click. Vaya chorrada), descubro para mi asombro que no me veo un hombro. Sé que todos los que estáis leyendo esto alguna vez os habéis besado el hombro. Es una sensación incomparable. Todo es sensibilidad desde los labios hasta allí. Como si estuvieras, yo que sé, creando una ingle allá arriba. Maravillosa anatomía.

Afeitado como estaba, uno se da cuenta de que su nariz genera pelo no sólo por dentro, sino también por fuera. Alguna vez, cuando detecté su presencia, allá en mi adolescencia, jugué a afeitarmelos. Pero es un juego que no acaba bien. Al final puedes cepillarte los dientes con tu propia nariz, eso sí que son cerdas y no las de Salamanca. O eso dicen...

Habiendo finalizado mi proceso de arreglo facial, todo ello realizado con una cuchilla gilito (no todo, imaginad lavarse así los dientes...), voy a mi cuarto, en tuballola, con un frío de cojones, llego andando cual pingüino mientras intento esquivar al puto gato, cierro la puerta y ya, por fin, acaba lo más intenso del día.

Nada hay tan excitante como la higiene personal. ¿Puede alguien comentárselo a los de metro para que avisen a los usuarios? Igual así no me joderían con sus putos olores, ya sea por defecto o por exceso, madames pupú de Shanell. Que yedéis. Jóvenas.

1 comentario:

  1. Yo tampoco he podido emparejarme las patillas jamas,te entiendo tio, te entiendo...son unas hijas de puta.

    PD: Soy Paco (Almeria, Almeria, España)

    ResponderEliminar

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...