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24 marzo 2010

Full-love snow


Cuando llega el momento en que uno sueña con la biblioteca, puede decir sin miedo a equivocarse que ha dejado de ser un tío normal. Ha pasado a entrar en esa casta de selectos que el común tiende a denominar como "frikys cabrones, ratas de biblioteca que sólo saben mandar callar a los demás".

Sí amigos, soy un libro más. Lo que pas es que si me abres en vez de letras salen órganos, pero había peña que se dedicaba a predecir el futuro leyéndolos, así que, sui generis, soy un libro. Una enciclopedia llena de chorradas que a nadie interesan e incluso a nadie gustan. Puede, es más, que sientan deseos de golpearme. Ojalá. Así al menos tendría una excusa para no verme allí recluido cual preso en su penal.

Se que esto suena a quejica compulsivo, pero después de 4 años y medio de carrera que me toque ahora ponerme en serio me parece un poco como de broma. ¿O no? Es que no hay derecho. De hecho debería ser al revés, deberían estar dando mis deberes a chavalicos de primero y a mí me deberían dar calimocho y sombrillitas de colores. Para algo se paga esto de la universitat ¿no?

Por cierto, lo de los anuncios del Spotify que pretenden ser graciosos, jóvenes y actuales me parece una puta mierda porque lo único que consiguen es que los aborrezcas aún más. ¿Hay alguien que lo tenga y que no esté harto de que el anuncio se suicide porque no he contratado el premium? ¿Por qué no se suicida el publicista y acabamos de una vez?

Como hace mucho que no escribo, y aún más sin hablar del gato, os voy a contar una anécdota muy curiosa. El otro día, mientras (cuentan los que lo vieron) Elvira le acariciaba, tuvo a bien frotarse demasiado y, como decía el cuento erótico (que a mi siempre me han dado como yuyu, eso de leer un polvo. Por favor qué raro qué es eso), se derramó sobre su muñeca. La del brazo, no la que Elvis usa para dormir, que esa es otra. Así que viendo la situación, mi compañera de piso tuvo a bien limpiarse la semilla felina de su bocamanga y arrojar al gato contra la pared, con lo cual (esto ya es invención de mi mente calenturienta) siguió vertiendo líquido seminal por su microscópico pene en forma de abanico, hacia el techo, generando un fenómeno conocido como "nieve de amor". Ojala la historia hubiera sido así. En realidad sólo tenéis que retener que Elvis ya ha hecho sus pinitos en el siempre incomprendido mundo del mamporrerismo.

Bueno, en verdad, qué coño incomprendido. Si la gente se rie de ellos es porque lo entienden a la perfección, ya que de todos modos poco hay que entender. Masturban animales. Como quien limpia cañerías vaya. Tan digno.

Ja. Y una mierda.

02 marzo 2010

Chorradas comunes


"Los zarpazos del terrorismo" se ha convertido en el nuevo lugar común de todos los "periodistas" que redactan las noticias que nos emboban. La añadiremos a otras célebres como "pertinaz sequía" o "presunto...", que se aplica de manera sistemática a todo aquél que aparentemente haya hecho algo, sea cierto o no. Hasta incluso cuando un mandinga se ha comido a todo un autobús de guiris, hay que cuidar la corrección política y entitularle como "presunto consumidor de visitantes estacionales, obligado por el hambre al que las inaplacables multinacionales le condenaron a él y a su pueblo". Vamos, que el atún que solía pescar sirve para aderezar los platos de un japonés bajito que ni siquiera se lo come. Y de paso utiliza los palillos hechos con los dos árboles que había en el país. Nación o no que gustarán de llamar "Estado fracasado", como ahora gustan de llamar a, por ejemplo, la presunta Somalia.

" Defenesa de las libertades" es otro, aunque la palabra libertad ha sido tan manipulada que parece una prostitua en una convención de quiroprácticos. Y cómo olvidarme: la puta manía de que toooooda práctica o producto propio de cada pueblo de esta piel de toro haya de ser referido con el adjetivo de "cultura". Así, los anuncios de, por ejemplo, el agua mineral Fontfea, nos transportan al mágico mundo de la "Cultura del agua", los viticultures de la vega del Júcar recrean la muy antigua e incluso milenaria "Cultura del vino", y en Matalascañas siempre apelan orgullosos a su amada "Cultura de tirarse pedos después de comer un buen cocido".

Por favor. Vamos a ver si dejamos, al menos por un momento, de ser unos memos gilipollas a los que las palabras que suenan a interesante nos hacen mojar las braguitas. Que en este país, en esta ciudad, en este barrio, la unica cultura que hay es la castellana, si se quiere, española, europea u occidental. Admito lo de la "Cultura del vino" porque nos inflamos a trasegar todos los fines de semana, y en torno a él se dan ciertas muestras ingeniosas de nuestro riquérrimo mundo interior, séase, canciones de borrachos, juegos para ir más pedo, insultos, consejos, secretillos y confidencias. Etc.

Otra cosa que me jode de las modas lingúisticas es que cualquiera que se monte una bodega le pueda poner el nombre de "Marquesado de Zanguago" o "Varonía de Munchausen" para darle bombo y bombín. Joder, como decía el otro, en este país todo el mundo se piensa que desciende de grandes linajes. Teniendo en cuenta que en la Edad Media rondaban el pueblo llano el 80% de la población, y esos ni heráldica ni dientes blancos, me parece bastante infantil que la peña ande buscando su escudo familiar. A ver, estúpidos. Que eran pobres. Toooodos pobres. POOOOOOBRES. O poco ricos. Y desde luego, sin título ni escudo familiar ni Cristo que lo fundó.

Puestas en claro todas las cosas que me tocan las pelotas del lenguaje. Me voy a duchar en mi espacio de higiene funcional, o, dicho en román paladino, mi baño de dos metros cuadrados.

Pedantes. Cabrones.
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